Bagavad Gita - Capitulo II El Yoga por el Samkhya (extracto)


No es cierto que existiera un tiempo en el que ni tú ni yo ni los reyes no existieran; tampoco es cierto que tengamos que aniquilarnos en el futuro.

Así como el alma pasa a través de la infancia, la juventud y la vejez, así pasa también por los cambios de cuerpo, y esta doctrina no podría turbar al hombre que encuentra en sí la paz.

¡Oh, Bharata, hijo de Kunti!, soporta los estados corpóreos que producen el frío y el calor, el placer y el dolor, cosas todas perecederas.

Quien soporta estas cosas sin miedo ni tristeza, ¡oh, hombre de corazón animoso!, quien es lo suficientemente firme y sabio para permanecer tranquilo en el placer y en el dolor, éste alcanzará la inmortalidad.

Quien cree que es el alma lo que mata o el que piensa que el alma puede ser muerta, yerra. El alma ni mata ni es muerta.

El alma ni nace ni muere, ni comienza a existir un día para desaparecer sin volver jamás a existir. Es eterna, antigua e increada; el alma no muere cuando muere el cuerpo.

Quien sabe que ella es una existencia espiritual, eterna, inmortal e imperecedera, ¡oh, Partha!, ¿cómo podría matar?

El alma encarnada se desprende de los cuerpos viejos y toma otros nuevos, así como el hombre cambia sus vestidos.

Las armas no pueden herirla, ni el fuego consumirla, ni el viento secarla, ni las aguas empaparla.

No se podría herirla ni quemarla, mojarla ni secarla. Firme para toda la eternidad, inmóvil, penetrándolo todo, ella existirá durante toda la eternidad.

Ella está oculta, ella es inmaterial, ella es inmutable; así nos ha sido descrita por los antiguos, sabios; sabiendo esto, no deberías afligirte.

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