La Voz del Silencio

Aquel que pretenda oír la voz del Nada «el Sonido insonoro», y comprenderla, tiene que aprender la naturaleza de Dharana (concentración).

Habiéndose vuelto indiferente a los objetos de percepción debe el discípulo ir en busca de Raja (rey) de los sentidos, el Productor del pensamiento, aquel que despierta la ilusión.

La Mente es la gran destructora de lo Real. Destruya el discípulo al Destructor.

Porque: Cuando su propia forma le parezca ilusoria, como al despertar, todas las formas que en sueños ve; cuando haya cesado de oír los muchos sonidos, entonces podrá discernir el UNO, el sonido interno que mata el externo.

Solamente entonces, y no antes, abandonará la región de Asat, lo falso, para entrar en el reino de Sat, lo verdadero.

Antes de que el alma pueda ver, debe haberse alcanzado la Armonía interior, y los ojos carnales deben permanecer ciegos a toda ilusión.

Antes de que el alma pueda oír, es menester que la imagen (el hombre) se vuelva tan sorda a los rugidos como a los susurros; a los bramidos de los elefantes furiosos, como al zumbido argentino de la dorada luciérnaga.

Antes de que el alma sea capaz de comprender y recordar, debe estar unida con el Hablante silencioso, de igual modo que la forma en la cual es modelada la arcilla, lo está al principio con la mente del alfarero.

Porque entonces el alma oirá y recordará. Y entonces al oído interno hablará LA VOZ DEL SILENCIO…

H.P. Blavatsky

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