Práctica: Nacer y Morir de un Rosal


 NACER Y MORIR DE UN ROSAL

Como quiera que la imaginación consciente es la imaginación dirigida, indudablemente, hay que aprender a dirigir la imaginación. Relajamos nuestro cuerpo y luego enfocamos nuestra atención sobre el proceso del nacer y del morir de todas las cosas, así se desarrollará la imaginación consciente.

Sentado uno en un cómodo sillón, con el cuerpo perfectamente relajado, o acostado en su lecho, pero con el cuerpo relajado y con la cabeza hacia el norte, debe imaginar algo: por ejemplo, el crecimiento de una planta, de un rosal.

Esta ha sido cuidadosamente sembrada en una tierra negra y fértil. Imaginamos que la regamos con el agua pura de vida. Continuando con este proceso imaginativo, trascendental y trascendente a su vez, visualicémosla en el proceso de crecimiento: cómo el tallo brota al fin; cómo se desenvuelve maravillosamente; cómo surgen las espinas de entre aquel tallo, y al fin, echa ramas diversas.

Imaginemos cómo a su vez aquellas ramas se cubren de hojas hasta que al fin aparece un capullo que se entreabre deliciosamente, y es la rosa. Diríamos que conviene hasta sentir en sí mismos el aroma delicioso que se escapa de entre los pétalos rojos o blancos de la preciosa rosa.

La segunda parte del trabajo imaginativo consistiría en visualizar con entera claridad meridiana, el proceso del morir de todas las cosas. Bastaría imaginar cómo aquellos pétalos olorosos van cayendo poco a poco, marchitos y sin vida; cómo aquellas ramas, otrora fuertes, se convierten después de algún tiempo en un montón de leños, y al fin, llega el huracán, el viento, y arrastra a todas las hojas y a todos los leños.

Es una meditación de fondo sobre el proceso del nacer y del morir de todas las cosas. Este ejercicio practicado en forma asidua, diariamente, es claro que a la larga vendrá a darnos la percepción interior profunda de aquello que podríamos denominar mundo astral.

Ante todo, es bueno advertir, a todo aspirante, que cualquier ejercicio esotérico, incluyendo éste, ya citado, requiere de parte del discípulo la continuidad de propósitos, porque si practicamos hoy y mañana no, cometemos un gravísimo error. Sólo habiendo de verdad aplicación en el trabajo esotérico, es posible el desenvolvimiento de esa facultad preciosa de la imaginación…

Una vez que, durante la Meditación, surja en nuestra Imaginación algo nuevo, algo distinto a la rosa, es señal evidente que ya estamos progresando.

En principio, las imágenes carecen de colorido, pero conforme trabajamos, ellas se van revistiendo de múltiples encantos y colores; así progresaremos en el desarrollo interior profundo.

- Extraído de una conferencia de Samael Aun Weor- 

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